Derecho
La Importancia de la Constitución en Nuestro Tiempo
El presidente Benito Juárez, refiriéndose a uno de los valores que promueven la convivencia pacífica entre sujetos, sea del orden externo o interno, en su momento señaló que “entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, como Juárez, es nuestro deber respetar al prójimo, al servidor público, a nuestros representantes, a la ley, “a la Constitución”, porque vivir en la constitucionalidad, es vivir en la armonía que esta nos da, en el respeto que las propias leyes derivadas de ella nos brindan, pues, qué quedaría después de ella, si es la que nos dio vida como Estado independiente en 1824, la que cambió el régimen federal por el central en 1836 y algunos otros documentos similares hasta 1847, y 1857 con el regreso al federalismo, a la división de poderes, al respeto de las instituciones que la sociedad y el propio estado promovió, con base en las leyes que de ella emanaron, hasta llegar a su reforma en 1917, que a base de sangre, sudor y lagrimas de los revolucionarios inconformes con el régimen de la época institucionalizaron toda acción social basando su actuar en la Ley y en la propia Constitución.
Con sus casi mil reformas, sigue siendo el origen del derecho por antonomasia, la promotora de la unidad nacional y no de la fragmentación social, por ende tiene señalados los protocolos para su modificación, para que un individuo no la pueda modificar o un solo grupo parlamentario en el Congreso no tenga esa facultad; los mecanismo de protección que la Carta Magna promueve son claro ejemplo de lo que antaño se señaló, para evitar a toda costa su violación, por tal circunstancia, es necesario atender a lo establecido para el mejor resultado de la vida republicana, y cuando el legislativo señala, establece y confirma que no se debe modificar la constitución entonces la propuesta de reforma debe quedar sin efecto y las leyes generales que de ella emanaron, deben responder al espíritu constitucional que en su momento les dio vida, pues qué sería de las Leyes Generales sino estuvieran supeditadas a la Constitución, solo un cúmulo de ideas falaces y retrógradas en pro del presidente o de los legisladores que a su antojo emitiría leyes sin sustente alguno.
El respeto al orden constitucional, es la fuente del respeto entre los Poderes de la Unión, el primero dicta leyes, el segundo las ejecuta y el tercero vigilará su estricta observancia y cumplimiento, así el resultado será el bien común para la sociedad, el equilibrio entre estos y el fortalecimiento de la Constitución, pues debemos comprender que la Ley, sí es la Ley, que sobre ella no existe nadie y menos sobre la Constitución.
Una iniciativa presidencial que pretenda modificar el orden constitucional, y el legislativo en el marco de sus facultades no permita o considere que no es lo que el país necesita, debe comprender que es la voluntad de la representación nacional, no la voluntad de unos cuantos, pues el Congreso de la Unión, nos representa a todos y si el decretó que no puede o no se debe modificar el orden constitucional, debe ser respetado, sin embargo, cuando se busca recovecos a la Ley para burlarla, aún así, debe prevalecer el orden constitucional de las cosas, y debe ser la Suprema Corte de Justicia de la Nación quien reafirme la facultad constitucional de hacer prevalecer a la Constitución por encina de cualquier ley o decreto presidencia,, hoy estamos en una encrucijada histórica para la Corte, pues debe responder a su mandato constitucional, para defender la constitucionalidad de este país, todos debemos supeditarnos a la ley y no al capricho de unos cuantos, todos debemos respetar la Ley y por ende la Constitución, pues con ella somos todo, sin ella no existimos.
La vida nacional, no puede estar supeditada a los caprichos de unos cuantos, el respeto inicia con uno mismo, en casa, señalando límites al individuo para que este respete a sus semejantes y por ende a la Ley, porque es la única forma de crecer como sociedad y como país:
Con la Constitución Todo, sin la Constitución Nada.