

Maestría en Educación
Profesionalización docente: Beneficios de estudiar una maestría en Educación.
Docentes: ¿Alguna vez nos hemos preguntado “quiénes” forman a los futuros profesionistas? Resulta obvio que la respuesta es simple: otros profesionistas. Sin embargo, la cuestión, aunque parezca escueta, encierra una problemática que intentaremos elucidar en este breve artículo.
Los docentes, a nivel superior, requieren ser especialistas en sus materias y, además de ello, contar con la experiencia suficiente para impartir y generar conocimientos profesionales en su área. Durante mucho tiempo, la dinámica ha sido la misma: un profesional con experiencia instruye a otros profesionistas, y así sucesivamente, generación tras generación.
Sin embargo, en la actualidad y en un mundo laboral y profesional que cada vez más exige competencias específicas para resolver las problemáticas a las que la sociedad se enfrenta, no basta únicamente con tener la experiencia y los conocimientos profesionales para impartirlos en el aula; es necesario contar con habilidades digitales que favorezcan el aprendizaje y al mismo tiempo, poseer habilidades técnico-pedagógicas para propiciar de la manera más efectiva y eficiente el aprendizaje en los alumnos.
En estas últimas habilidades trataremos de centrarnos en las siguientes líneas.
Por ejemplo, el hecho de ser “el mejor abogado”, no siempre es proporcional a ser “el mejor que enseña a los estudiantes de Derecho”; lo mismo pasa con “el mejor psicólogo”, pues no se garantiza ser “el mejor docente de Psicología”; y así, sucesivamente en la disciplina que se quiera ejemplificar. Sabemos que utilizar estos términos valorativos como “mejor” son extremadamente ambiguos, no obstante, sólo se quiere ejemplificar de manera superficial cómo puede no estar vinculada la competencia profesional con la competencia docente.
Para ello, se propone la “profesionalización docente”. Es decir, que, como se mencionó en líneas anteriores, todo docente a nivel superior cuente con las habilidades técnico-pedagógicas para propiciar de manera efectiva y eficiente el aprendizaje en sus alumnos. Para ello, se podrá argumentar que basta con los años de experiencia docente, y el argumento no sería errado. Es bien sabido que para iniciar la carrera docente a nivel superior no se requiere técnicamente un título en Pedagogía o Educación que avale que se cuenta con tales competencias; basta con tener el título en el área a enseñar. También es bien sabido, que la carrera docente se toma como un “trampolín” para incursionar en otras áreas profesionales y no se le da el valor que merece, sin embargo, ese tópico nos podría ocupar en otros momentos.
Y sí, finalmente estamos de acuerdo en que los años de experiencia van forjando dichas competencias, pero no está de más ponerle un nombre a las cosas. ¿A qué nos referimos con esto? A que, independientemente de contar con años de experiencia docente, conozcamos la teoría que respalda nuestra excelentes intervenciones pedagógicas; así daremos un paso más en nuestra profesionalización docente; sabremos pues, en qué paradigma psicológico se basa nuestra práctica y nuestra metodología de enseñanza; podremos conocer qué corrientes pedagógicas nos funcionan más; podríamos resolver problemas que se nos presentan como docentes en nuestro día a día en el aula a través de la investigación cuantitativa y cualitativa; podríamos entender los factores psicosociales que intervienen en las experiencias de aprendizaje de nuestros alumnos; comprenderíamos mejor la evaluación educativa y sus múltiples formas y estrategias; desarrollaríamos (con innovación) nuevos modelos de enseñanza aprendizaje; y por supuesto, y no por último pues la lista de beneficios es larga, desarrollaríamos más competencias educativas en nosotros mismos como docentes y en nuestros alumnos.
La lista de beneficios es inmensa, pero estos es sólo la punta del iceberg de las ventajas que se podrían obtener al estudiar una MAESTRÍA EN EDUCACIÓN, lo cual no suple la experiencia docente.